Sinopsis:

Un director de teatro en México ha sido contratado por un foro para desarrollar una obra,} a partir de la historia real de un preso de la cárcel de Santa Martha, quien purga una condena por el crimen de parricidio.

Martín, el preso, sostendrá más de un encuentro con el director para poder entender los motivos que lo llevaron al asesinato de su padre y que este pueda transformarlos a la ficción de la mano de Manuel, el actor que interpretará al convicto.

Cuando la línea que divide a los hechos del texto en creación comience a desvanecerse, el director se encontrará con el problema de entender si los motivos que llevaron a Martín a cometer su crimen realmente son válidos, y que quizás el mito de Edipo siempre ha sido el peor ejemplo para hablar de quien ha asesinado a su padre.

Los datos técnicos:

Escrita por Sergio Blanco (Recientemente se han montado en México dos obras suyas: Kassandra, en el Foro Shakespeare, y La Ira De Narciso, en el Teatro La Capilla). Protagonizada y dirigida por Mauricio García Lozano (Hamlet, Cartografía De Una Tormenta). Como coestelar de la puesta está Manuel Cruz Vivas (A quien viste antes en Seguir moviéndose hasta que alguien nos vea, Ciudad Regida Por Un Melón).

Los acompaña el diseño de escenografía, iluminación y vestuario de Ingrid SAC. Producción de MIO Teatro y Teatro del Farfullero.

Foro Shakespeare, Viernes a Domingo hasta el 26 de Junio

Nuestra opinión:

Tebas Land no es una obra sencilla para el espectador, pero el reto que plantea sin duda ofrece una recompensa invaluable. Tal como si mirásemos esta obra a través de un caleidoscopio, el autor va intercalando los encuentros entre el director y el preso, con los del primero y el actor, creando un debate sobre los límites de la psique humana por medio de un hombre duro con una debilidad emocional grande y un analista que quizás está transformando su objeto de estudio en otro tipo de figura.

La obra nos adentra en la readaptación social de un preso por medio de temas tan fuertes como el homicidio y el abuso familiar con la misma naturalidad que nos presenta la empatía, el amor y la conmiseración, de tal forma que como espectador es imposible no sentir una extrañeza al sentir horror por el acontecer de los sucesos que se relatan, pero al mismo tiempo conmoverse por la fragilidad que envuelve a sus protagonistas.

Si bien visualmente la obra cumple con adentrarnos en un dispositivo realista que recrea la cancha enrejada en el patio de una cárcel, la atención rebasa a la fría escenografía e iluminación para concentrarse totalmente en dos actores cuya fuerza y presencia son demoledoras de principio a fin.

García Lozano se autodirige, plenamente consciente de que sin dejar de entregarnos una actuación compleja y soberbia, le dará a la audiencia el lujo de descubrir el rango actoral de su coprotagonista. Manuel Cruz Vivas, encarna con precisión al actor y al preso para dejarnos ver los matices de cada uno en todo momento, sin confundir nunca al espectador entre personajes, con una interpretación tan nutrida de la realidad de una persona que ha estado siempre al límite de su mente, de su vida y ahora solo puede ver esta pasar, mientras intenta dispersarse en un juego de baloncesto contra sí mismo.

Lo que el director logra a través del texto es tener un goteo constante sobre la cabeza del espectador, que luego se convierte en una corriente de agua fría que logra paralizar todo el cuerpo. Si bien el ritmo con el que nos cuenta la historia puede volverse en un punto bastante pesado, la narrativa sobre lo que significa ejercer la justicia sobre alguien a quien esta nunca lo ha apoyado es inquietante.

 

Calificación:

9.0