A las mujeres mexicanas, latinas me atrevería a decir, se nos enseña a querer con el corazón y a dejar que las emociones guíen nuestras decisiones.
Desde pequeñas se nos educa sutilmente que hacernos del rogar, “darnos a desear” y hacer drama ante cualquier situación son las únicas formas en la que lograremos nuestros caprichos.
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Esta idea “romántica” de cómo debe comportarse una “buena mujer” viene a estrellarse peor que grillo en parabrisas cuando nos hacemos adultas y empezamos a ser conscientes de lo que queremos y cómo queremos obtenerlo.
Si bien, todas nos hemos aventado como gorda en tobogán en las mieles del amor con patanes mujeriegos, barbajanes sin dinero a los que terminamos pagándoles la cena, el cine y hasta el hotel, o por desgracia hemos sufrido un episodio de violencia física en manos de esos “hombres”, lo cierto es que repetimos patrones de víctimas.
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Estas relaciones tormentosas y que sólo podría soportar un loco de atar son las “relaciones ideales o modelo” que aprueba y confirma la pantalla chica a través de sus telenovelas ya en decadencia.
Cual pasaje de Biblia nos alecciona a ser buenas y soportar hasta la máxima de las humillaciones para al final tener nuestra recompensa (material y superflua): amor, una buena posición económica, poder, fama. Claro porque ¿quién va a querer a una mujer saludable, feliz, independiente y empoderada?
Y lo soportamos hasta que se vuelve insostenible, hasta que el corazón y las vísceras hechos añicos te suplican que dejes de una vez por todas esa relación y te explican que no, no habrá final feliz.
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Es ahí cuando entra la razón y se termina la fantasía.
Una vez que estés ahí, debes creértela, porque atravesaste montañas de lodo y pantanos que te devoraban para lograr sacudirte todo lo establecido. No dudes decir NO y mucho menos decir SÍ por temor a ser señalada. Sal, abraza la vida, conoce a todos los hombres y mujeres que quieras, ámalos si así lo sientes, ríe a carcajadas, quédate afónica de tanto cantar el hinchada de pies de tanto bailar, enamórate de los paisajes, corre, alcanza tus objetivos, en suma, lánzate a este precipicio llamado vida y sigue emergiendo de él como si volvieras a nacer, con más pilas, con más ganas, con nuevos ojos y agradece siempre tener la oportunidad de hacer lo que sientas a pesar del qué dirán porque da más miedo quedarte estática, lineal, plana, sin signos vitales… muerta.
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Lo lograste, ya estás aquí, el siguiente paso sólo depende de ti, ¿estás preparada para aferrarte a lo que realmente mereces?